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Como bien sabéis los que conceis un poco el Cosmos, mi vida oscila entre el equilibrio laboral y la entropia personal, entre el orden y el desorden, entre la juventud y la post adolescencia tardía no superada. Vamos, que no llego al estado de bipolarismo mental pero os aseguro que vivo entre dos aguas, y la entrada de hoy me viene que ni al pelo, porque fruto de esa entropia llevo un calcetín de cada, y ya os avanzo que no se trata de una excéntrica elección personal, sino más bien de una imposición circunstancial totalmente ajena a mis facultades volitivas.
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El motivo de tan extraño acto cotidiano se debe, ni más ni menos, al asalvajamiento descontrolado que, a modo de mutación, sufren los calcetines una vez salen de la tienda. Antes de continuar leyendo debéis saber que lo que os voy a contar es fruto de años de estudio, observación y experimentación, por lo que debéis tomarlo como si de ciencia se tratara.
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Los calcetines que esperan ser comprados se encuentran adormiscados, tranquilos, en estado de letargo. Ahora bien, una vez salen de la tienda, se activa de forma automática el ADN del cuadrípedo lanudo que llevan dentro y cuando la persona en cuestión (léase víctima), los coloca en el cajón de rigor, empieza su maquiavélico plan, que culmina en una fuga en la primera o en las sucesivas visitas a la lavadora.
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Lo que no he conseguido entender es leitmotive de su plan y no dejo de preguntarme ¿¿dónde van a parar los calcetines desaparejados??.
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El blog de hoy se lo dedico a una amiga barcelonesa-germano-sureña que actualmente vive en tierras germanas, dado que fue la inspiradora de este post a través de un Manual de calcetines salvajes que tuvo el detalle de dejar caer en mis manos en una cálida cenita de verano (Gracias Maitecita!! ven pronto a visitarnos!!!). .
Y ya sólo me queda hacer un llamamiento a mis compis de piso, y proponerles una reunión en la que todas y cada una de nosotras aportemos los calcetines que se han quedado viudos por la fuga de su compañero, a ver si así, conseguimos evitar situaciones rídiculas como la que me encuentro ahora: vestida con traje chaqueta y con un calcetín de cada. Qué Loser.
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