viernes, 18 de julio de 2008

Kuatrö


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Os presento a Kuatrö.
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Le gustan mucho los girasoles y el helado de melón. Es un monstruito muy trabajador y a pesar de que cueste creerlo, es padre de familia. Tiene a su cargo a tres babymonstruitos que recogió un dia de picnic. Vive con una monstruita llamada Dröm, que es muy pero que muy coqueta y siempre está muy preocupada por su imagen, por lo que Kuatrö se pasa el dia atareadísimo intentando conseguir pequeños objetos para hacerla feliz. La mayor parte de las veces nos coge horquillas y lazos de pelo, así que no es necesario decir que Dröm va siempre hecha un bombón. Esperemos que algun día quiera posar para nosotros!
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viernes, 11 de julio de 2008

A las verdes y a las maduras

Esta semana he detectado en mí un nuevo síntoma de madurez. Pero no me refiero a madurez en el sentido viejuno de la palabra, sino al hecho de asumir el rol de persona adulta que ya está empezando a corresponderme, por edad y por necesidad.
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El martes hice la compra de rigor en el "Supermercado para emancipados sobradamente preparados con recursos limitados", es decir, en el Mercadona. Hasta aquí todo aburridamente normal. Lista de la compra en mano, me dispuse a comprar los mismos productos que compro cada semana, cuando me detuve en una zona en la que, ya desde mi más tierna infancia cuando acompañaba a mi madre al Caprabo, me ha dado un ascazo tremendo por su olor, por el puto frío que hace y por lo feos y desagradables que son los peces mirándote fijamente mientras descansan en el soporte hielil. (los peces congelados son otro tema, esos no dan asco, ni huelen mal, etc, etc, etc). El caso es que, tras la detención, hice lo que nunca antes había hecho: aguanté estoicamente el olor y el frío, intenté no incomodarme con las preguntas varias de la pescadera sobre los gramos, las escamas y demás, y compré salmón y lenguado fresco. Os puede parecer muy frívolo ver en un acto cotidiano y totalmente banal, como es la compra de pescado, un síntoma de madurez. Pero si conocierais la aprensión que me dan determinadas cosas o me conocierais a mi misma, lo entenderíais.

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Habiendo superado este pequeño reto me pregunto cual será la próxima sorpresa.... ¿Me gustaran los callos? ¿Comeré mollejas en la próxima visita a Bilbao? ¿Ayudaré a mi padre a desplumar una perdiz? ¿Me atreveré a ayunentar a los bichos en general y a las moscas en particular? ¿Tendré poderes ocultos como Puni puni Poemi? ¿Aguantaré la viscosidad de una ostra en la boca? ¿Seré capaz de comerme un riñón de conejo? (!!!!!!!!!!!!!!!!!!)

De todo esto extraigo la siguiente moraleja:
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Nunca digas de esta agua de beberé, ni eso no lo haré, ni esta comida no probaré. Y si no, tiempo al tiempo.






viernes, 4 de julio de 2008

Las aventuras de Adios y Ciao Ciao

Mirad que gustosidad he encontrado en la web y deleitaros

jueves, 3 de julio de 2008

Necesito un kit kat

Es curioso como en una semana puedes pasar de ser familia numerosa (un poco más que la Tribu de los Brady) a vivir en en albergue. Hace tan sólo unos dias éramos 6 en el piso, y por una serie de compromisos (ninguno mio) vamos a ser 11 durante el verano.
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No me gusta nada esta situación porque cada vez más me molesta que el piso esté hecho un asco y que NADIE pase la escoba, ni saque el polvo, que hayan birras vacias por todas partes, que determinadas personas NUNCA frieguen los platos, que a las 7 de la mañana el pasillo de casa y la cocina parezcan las ramblas en hora punta, que los pelos de la ducha se queden en el borde de la bañera por dias, que los cables de internet estén por todas partes y que bla bla bla bla bla.
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Lo mires por donde lo mires 11 personas es demasiado. Pensaba que no llegaría este momento pero ahora ya lo digo abiertamente y sin ningún tipo de reparo: cada vez veo más cerca el momento de cambiarme de piso. Y mira que hay cosas muy buenas donde vivo ahora y mis compañeras son muy majas, pero supongo que llega un punto en que has de valorar los pros y los contras, y si los contras superan a los pros....te lo has de empezar a plantear. Pero de todas formas no creo que se haya acabado una etapa ni mucho menos, sólo que ahora veo que no todo es de color de rosa y que probablemente en unos años decida que hasta aquí hemos llegado, cosa que hace un año me parecía altamente improbable que se me pasara por la cabeza.
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No me arrepiento de haberme lanzado a la aventura de compartir piso con tanta gente, porque he aprendido (y estoy aprendiendo) mucho y porque he tenido la oportunidad de conocer a personas que cada una a su manera, me ha aportado un poquito de su esencia, y supongo que por eso también habré cambiado yo. Ver cómo viven los demás también te enseña a aprender a vivir. En realidad es otra de las etapas de mi vida que dentro de unos años miraré con nostalgia y recordaré con mucho cariño.
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Así que ahora ya sabeis una de las preocupaciones que hace tiempo que me ronda por la cabeza. Estoy contenta de haberla canalizado porque la tuve atragantada durante más de un mes y me causó una cana, que obviamente me arranqué porque paso de parecer Morticia Adams.
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Hablando con un amigo del tema del piso y de las crisis existenciales recurrentes que tengo desde la adolescencia, me dijo una frase que me pareció genial, y que en realidad es filosfia en estado puro: Hay cosas peores que la vida. Tiene razón. Por eso no voy a preocuparme excesivamente por la vida y por el futuro, intantaré vivir más tranquila e intentaré relativizar los pensamientos vertiginosos que me llevan a escribir posts a modo de confesión a media voz en el diván de un prestigioso psicólogo.

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miércoles, 2 de julio de 2008

Recortando y recordando