Cambiarte de casa es toda una aventura que poco tiene que envidiar a los deportes de riesgo, porque entre otras cosas te permite conocer una nueva dimensión: el campo magnético creado por los agujeros negros que fluctúan en el ambiente y que absorben elementos que se encuentran guardados en las cajas de cartón. El mecanismo de absorción todavía no lo hemos comprobado, desconocemos si trabajan diluyendo la materia en pequeñas partículas o bien aplican directamente la técnica de la desintegración, pero el caso es que las cosas se volatilizan. No son cosas importantes pero jode perderlas. Nosotras hemos tenido algunas bajas, como los ceniceros y algunos utensilios de cocina. A modo de ejemplo hemos perdido el cuchillo de pan, más conocido como serrucho por las labores de jardinería que Cris solía realizar con él.
Una vez asumimos la existencia de estos agujeros y su enorme poder, ante el miedo a perder todo el contenido de las cajas procedimos a desembalarlas. Cuando tuvimos controlados a los malditos agujeros pasamos a la aventura de los gusanitos y las mariposas que decidieron vivir okupando el armario de la cocina. Tras un desalojo con algún que otro incidente en el colacao, pasamos página del asunto, con un 100% de éxito hasta el momento.
Días después se abrió un nuevo capítulo en la gran aventura temática de adaptación al nuevo hogar: el armario de mi cuarto y la fauna y la flora que le acompaña. Es un armario heredado, que lo encontramos en el piso cuando llegamos. Heredar cosas antiguas siempre tiene ese punto de riesgo porque no sabes quién era el propietario anterior ni que tipo de energías hay acumuladas y por eso tienes que purificar primero el objeto y luego debes cuidar que las energías del objeto no sean más fuertes que el resto de energías del cuarto. Cumplí con todos los puntos exigidos por la Biblia del Feng Shui, pero eran muchos y estaban muy bien organizados. Después de realizar un detallado censo de microbietes, ya puedo hablar de cifras oficiales: actualmente el número de ácaros y otros bichos asciende a dos millones.
De momento no me queda otra que compartir el armario con ellos. Poco a poco ya les estoy cogiendo cariño, incluso hay algunos que les he puesto nombre y todo. Así que visto lo visto, el blog de hoy se lo dedico a bu, el ácaro más entrañable que he conocido hasta el momento:
Una vez asumimos la existencia de estos agujeros y su enorme poder, ante el miedo a perder todo el contenido de las cajas procedimos a desembalarlas. Cuando tuvimos controlados a los malditos agujeros pasamos a la aventura de los gusanitos y las mariposas que decidieron vivir okupando el armario de la cocina. Tras un desalojo con algún que otro incidente en el colacao, pasamos página del asunto, con un 100% de éxito hasta el momento.
Días después se abrió un nuevo capítulo en la gran aventura temática de adaptación al nuevo hogar: el armario de mi cuarto y la fauna y la flora que le acompaña. Es un armario heredado, que lo encontramos en el piso cuando llegamos. Heredar cosas antiguas siempre tiene ese punto de riesgo porque no sabes quién era el propietario anterior ni que tipo de energías hay acumuladas y por eso tienes que purificar primero el objeto y luego debes cuidar que las energías del objeto no sean más fuertes que el resto de energías del cuarto. Cumplí con todos los puntos exigidos por la Biblia del Feng Shui, pero eran muchos y estaban muy bien organizados. Después de realizar un detallado censo de microbietes, ya puedo hablar de cifras oficiales: actualmente el número de ácaros y otros bichos asciende a dos millones.
De momento no me queda otra que compartir el armario con ellos. Poco a poco ya les estoy cogiendo cariño, incluso hay algunos que les he puesto nombre y todo. Así que visto lo visto, el blog de hoy se lo dedico a bu, el ácaro más entrañable que he conocido hasta el momento:
1 comentario:
El día que me mude vendo los muebles.
Lo que sea con tal de no pasar por ello nunca mas.
:/
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