jueves, 20 de diciembre de 2007

Termomix

Siendo chica, lo de meterse en bullas nocturnas está más complicado, porqué por mucho que increpes al personal y la lies de forma indiscriminada (con un mínimo respeto obviamente) siempre acaba saliéndote todo más o menos bien, sobretodo si la parte increpada es alguien del sexo masculino.

Es curiosa la evolución del papel de la mujer en la sociedad en el último siglo. El primer paso que permitió al sector femenino empezar a ocupar un lugar en la sociedad patriarcal, fueron las reivindicaciones de derechos y su posterior reconocimiento. Esto del reconocimiento de derechos siempre me ha hecho mucha gracia, porque consiste en poner en una hoja blanca DINA 4 que tienes derecho a tal o a cual. El sistema político-jurídico funciona así: si no te reconoce por escrito una realidad, esa realidad no existe. Como por ejemplo los matrimonios homosexuales. En 1975 no podía existir este tipo de desviación social de “lo correcto”, y 30 años después, el legislador de turno decidió reconocerlos, lo puso por escrito en una hojilla, le dio formato de ley, lo mandó al Parlamento que tras el correspondiente oido cocina! lo aprobó y así sin más se reconoció el derecho a la unión estable, que viene siendo lo mismo que el matrimonio sólo que para personas del mismo sexo. Y así funcionan las cosas: hasta que no te lo escriben es como si no lo tuvieras.

Actualmente, el feminismo y los derechos de la mujer son ideas asimiladas por las sociedades occidentales. Ahora a nivel político se han inventado un nuevo concepto, el de igualdad efectiva, que simplemente se trata de un experimento de ingeniería social para colocar a las mujeres “por cojones” en la sociedad. Me parece tontísimo que prevalezca el sexo a las capacidades de una persona. Es infantil pretender borrar mil ochocientos años de sociedad patriarcal mediante una ley que discrimine a los hombres. Si las mujeres valemos, lo hemos de demostrar con hechos. Derecho a la igualdad, pero sin usar calzador.

Volviendo al tema de las bullas nocturnas y a la condición de mujer, a pesar de que todas con mayor o menor intensidad y pasión defendamos la igualdad de géneros, estoy convencida que no seríamos sinceras si no admitiéramos que nos encanta que nos abran la puerta antes de entrar, que nos ayuden con las bolsas más pesadas o que tengan paciencia cuando hacemos tonterías. No sé si la causa será que somos el sexo débil o se trata de razones históricas, pero mucho la has de liar por la noche para meterte en problemas. Por eso me sorprende la reacción del segurata del Apolo, que se le cruzó y casi nos mete un galleto porque le preguntamos en reiteradas ocasiones y en tono mofoso, en qué título fundamentaba su autoridad para obligarnos a cambiar de acera y por que concepto se lo habían otorgado. Sólo os digo que la discusión acabó con zarandeos varios y el segurata acabó soltando un:"Os voy a meter una hostia a título personal". Seguramente la frasecita sentará jurisprudencia pero tampoco era pa’ tanto, ¿no? Estoy segura de que en peores plazas habrá toreao, y si no es así, que se vaya preparando!
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* Gran concert. Vaya Pongo. Gràcies a tots. Ea, ea, ea!!
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