jueves, 15 de marzo de 2007

Las apariencias engañan




Uno de mis libros favoritos de mi infancia es Charlie y la Fábrica de chocolate. No sé cuántas veces me lo habré leído. Me gusta releer los libros porque siempre descubres detalles que la primera vez te pasaron por alto. Por eso Charlie me lo leí tantas veces. Me gustaba imaginar cómo sería Willy Wonka y su fábrica, junto con los excéntricos Oompa loompa componiendo canciones cada vez que uno de los niños desparecía de la expedición. Y sobretodo soñaba con un helado que nunca se derritiera o una goma de mascar que nunca perdiera el sabor!

Me parecía una historia genial y sin ningún tipo de fondo. Lo veía como un simple cuento inocente, en el que el niño pobre y hambriento conseguía hacer realidad su sueño y el de toda su familia. Esta visión cambio a medida que fueron pasando los años, pero sobretodo cuando vi la versión cinematográfica de la mano de Tim Burton.

Burton presenta a Wonka con una personalidad psicótica de marcadísimos rasgos patológicos que confunden la excentricidad con la demencia pura. La fábrica multicolor de dulces y chocolates, chicles y cacahuates es, un lugar donde los pecados, vanidades, defectos y miedos de la humanidad son mostrados a través de los niños.

Como veis, a veces las apariencias engañan. Detrás de lo que parece una inocente historia se encuentra una crítica a la sociedad de consumo, que con el materialismo que lleva aparejado, nos llena de vicios superfluos y nos vacía de verdaderos valores.

Os dejo con una de las canciones, dedicada a la niña más malcriada de todas: Veruca Salt


Ya son tres los niños a los que hemos castigado.

Uno por glotón, otra por mascar chicle continuamente y esta tercera por estar malcriada.

Ya sólo nos falta uno.



Veruca Salt



Veruca Salt, la malcriada
Se acaba de ir por el desagüe
(Y como bien habíamos pensado
En un caso como el que se ha dado
Debíamos acabar por completo
También hemos tirado a sus padres)¡
Allá va Veruca! ¡ Por la alcantarilla!
Y allí quizás debamos explicar
Que se encontrará en su caída
Amigos raros de verdad
Comparados con lo que deja atrás
Tan refinados no serán.
Una cabeza de pescado cortada
Esta mañana de un bacalao.
“¡Hola, buenos días! ¿Cómo estás?¿
Cómo te encuentras? ¿Qué tal?”
Y un poco más abajo
En masa se acercan a ver
Un trrozo de panceta, gachas rancias,
Una barra de pan dura de anteayer
Un filete que nadie quiso comer
Una ostra de una mariscada
Unas salchichas tan podridas
Que huelen de aquí a la Conchinchina.
Una nuez mala, una pera pasada,
Un regalo que dejó el gato en la escalera
Y muchas otras cosas además
Y todas ellas huelen mal.
Estos son los nuevos amigos de Veruca
Que se encontrará en su caída.
Éste es el precio que debe pagar
Por desviarse tanto del camino.
Pero ahora, queridos, puede que estéis pensando:
“¿Está bien que toda la culpa
La infamia y la vergüenza
Caigan sobre la pobre Veruca?
¿Es ella la única culpable?
Porque aunque esté malcriada, y ella lo está,
Una niña no se puede malcriar sola.
¿Quién la malcrió entonces? ¿Quién si no?
¿Quién la dio todo lo que pidió?¿Quién la hizo una niñata?
¿A quién culpar? ¿Quién lo hizo?”
No hace falta pensar mucho
Para saber quienes son los pecadores
Son (y esto es una gran verdad)
Sus amantes padres: MAMÁ y PAPÁ.
Y por eso nos alegramos mucho
Y detrás de ella por el desagüe van.

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