Cómo un día me desperté y me encontré conmigo mismo

El blog de hoy es un breve relato, cuya autora es un pibon. Efectivamente lo he escrito yo misma y a pesar que se podría calificar como cuento absurdo, contiene una sutil dosis de realidad. Es cierto que para encontrarse hay que perderse, pero aún es más importante no buscarse!

Va dedicado a Yak, para los que no lo conozcais: http://www.modernostiempos.blogspot.com/. Y se lo dedico por el pasado, el presente y el futuro: por los viejos tiempos y por los nuevos que vendrán!

Espero que os guste *


Miércoles noche. Me dispongo a cenar relajadamente, en pijama, en el sofá de casa. Me acomodo entre los amplios almohadones rojos para disfrutar de un arroz con verduras, hecho en wok, naturalmente. El caso es que por la tele no dan más que concursos para ignorantes y series de moda tipo House, que no me atraen nada, así que me dispongo a ver una peli, con tan mala suerte que el mando del dvd se ha quedado sin pilas, y yo sin plan. Me voy a la cama a descansar, pensando en las mil cosas que tengo que hacer mañana. Otro día más, otra noche más....

7:45 am. Suena una música...Me despierto de golpe. Me incorporo. Me resulta todo familiar. Estoy en mi cuarto. A mi lado hay otra persona durmiendo (qué raro, si yo vivo solo....). Salgo de la cama procurando no hacer ruido, pero demasiado tarde. La persona durmiente se incorpora, resultando ser yo mismo. Nos quedamos mirando un buen rato, en silencio. Hasta que los dos al unísono decimos:

- Hola?

Otra vez silencio.

- Hola? Repite él.

A lo que yo alargo mi mano en señal de buena educación y respeto. Yo mismo, se incorpora y me alarga su mano a la vez que mira fijamente detrás de mí. Me giro y veo a un tercer yo mismo, pero recién salido de la ducha. El tercer yo mismo hace como si no nos viera y se va directo a buscar ropa para vestirse. Pero cual es nuestra sorpresa, cuando de repente se abre el armario y aparece un cuarto yo mismo vestido de deporte, que no sólo no nos mira sino que saluda efusivamente a un quinto yo mismo vestido como si fuera a la oficina.

El día va transcurriendo rodeado de "yo mismos". A lo largo del día me cruzo con unos 46, por lo que ya he dejado de sorprenderme. Hay yo mismos que me gustan y otros que no soporto. Escribo estas líneas desde la cama, rodeado de un yo mismo que lee un libro y de otro que mira la tele. Enfrente nuestro dos yo mismos discuten sobre la filosofía existencialista y sobre la máxima sartriana de "el existencialismo precede al humanismo". Otro se ha puesto melancólico y le ha dado por escuchar Cranberries. Hay otro, que es el que peor me cae, que está empeñado en convencernos a todos que este mundo es un decorado y nosotros somos marionetas. Otro se ha puesto a hacer yoga, bajo la atenta mirada de un yo mismo que no ha hablado en todo el día. Vaya agobio. No puedo más de mi mismo. Me voy a dormir ya, con la esperanza de despertarme mañana conmigo mismo a secas, sin nadie más.