Y llegados a este punto, tomaron la decisión.
Finalmente hemos cerrado las puertas de nuestro pequeño universo. Nos costó aceptarlo, pero la historia de nuestras vidas continúa hacia adelante, sin dar una pausa, sin detenerse por nada.
Era mágica. Siempre lo fue y nosotros lo sabíamos. Es difícil de explicar pero estas cosas se notan, sobretodo con el paso de los años. Llevaba muchos años viéndonos crecer a todos y cada rincón se llenó de nuestra energía. Había visto mucho y a pesar de ser discreta tenía carácter. Al final de la historia nos dimos cuenta. Ella nos dio la razón. El fuego fue la señal. Se acababa su tiempo y el nuestro. La nuestra no era una historia interminable.
Todos éramos un sistema. Antes le pertenecíamos y debíamos estar pendientes de Ella. Ahora todo ha cambiado porque es Ella quien nos pertenece, la hemos hecho nuestra para siempre. Nos quedamos con su olor, sus mosaicos de colores, con la sensación de días eternos que parecía que nunca acababan, con el sol de la tarde, con las campanadas del reloj, con el ambiente, con las conversaciones y las risas, las horas muertas, el calor asfixiante del verano y el frío de invierno, las comidas y las sobremesas, los telenoticias de TV1, las siestas.
Ahora es nuestra. Lo hemos conseguido, la hemos conquistado. Se viene con nosotros para siempre.
Y como no podía ser de otra manera, el blog de hoy se lo dedico en primer lugar a Ella por haberse entregado a nosotros y en segundo lugara mi familia, porque es la mejor del mundo: A mis papuchis que les adoro, al tío José María y a la tía Matxalen, a Pati y a Cris, a Joana, a Arturo, y como no, a mis abuelos, porque al fin y al cabo ellos crearon nuestro universo. Ellos hicieron que fuera posible.
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