(Blog correspondiente al jueves pasado pero como he estado cinco días de viaje cósmico en júpiter no lo he podido colgar hasta hoy)
Todos tenemos algún secreto que nunca hemos contado y que probablemente nunca contaremos a nadie. Te los guardas dentro de ti, con recelo, como si por contarlos dejaran de pertenecerte o de ser especiales. Son tuyos y de tu habitación.
Hay secretos que no los puedes guardar. Y no me refiero a los cotilleos baratos, sino a esas ideas o vivencias que necesitas contárselas a alguna amiga para que el reflejo de la explicación te ayude a entender lo que el secreto representa para ti.
Los secretos que nos guardamos para nosotros hablan a gritos. Si observas a alguien que conoces de verdad, sabes cuando tiene un secreto. Son pequeños cambios en la forma de hablar, de sonreír, de vivir que dejan entrever algo. Pero aunque hablen a gritos sólo los sabes tu.
Hay secretos que no los puedes guardar. Y no me refiero a los cotilleos baratos, sino a esas ideas o vivencias que necesitas contárselas a alguna amiga para que el reflejo de la explicación te ayude a entender lo que el secreto representa para ti.
Los secretos que nos guardamos para nosotros hablan a gritos. Si observas a alguien que conoces de verdad, sabes cuando tiene un secreto. Son pequeños cambios en la forma de hablar, de sonreír, de vivir que dejan entrever algo. Pero aunque hablen a gritos sólo los sabes tu.
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