martes, 29 de mayo de 2007

Sobran las palabras

¿Y si todo fuera falso?

Nos hemos creído que necesitamos poseer un piso, como quien dice, tener un coche, una pareja, un trabajo fijo y un salario indefinido que nos impida plantearnos nuestras pequeñas vocaciones íntimas.

Nos hemos creído que las noticias dicen "la verdad", que los colegios educan, que los bancos nos guardan el dinero, que ser vulgares significa ser buenos y que lo habitual es lo correcto.

Nos hemos creído que la belleza está a la altura de las tetas, que podemos poner bridas al tiempo y que hay que cambiar toda la ropa del armario cada cuatro meses.

Nos hemos creído que lo mejor es no hacer nada para no equivocarse, no llamar la atención, fundirse en lo homogéneo, que es necesario obedecer.

¿Y si fuera exactamente todo lo contrario?

¿Y si el que paga una hipoteca fuera un triste ahogado, las noticias fueran una estrategia de empresa, el colegio un método de inserción laboral y la belleza física el biombo que esconde la insuficiente deformidad interior?

¿Y si resultar normales sólo fuera el método para evitar darnos cuenta de que no nos llega para la crítica?

Tengo la rica sensación de que aquí y allá aparecen personas y grupos que ya no pueden con tanta mediocridad y se revuelven. Son pocos, despiertan todas las prevenciones de las gentes insignificantes, y podrían incluso pasar por excéntricos o por dementes. Pero son.

¿Y si nos propusiéramos vivir después de atrevernos a pensar cómo queremos hacerlo?

(publicado por ADN el viernes pasado)

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